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¿Lázaro entre nosotros?


per Xavier Pla



Se reedita en castellano 'Incerta glòria', la gran novela de Joan Sales, que mantiene su vigencia en tanto que obra insólita, como una de las cimas de la literatura catalana. Frente a dogmas y maniqueísmos, Sales revela toda la complejidad moral de la guerra para acabar construyendo un inolvidable retrato de la condición humana. Una novela singular y solitaria que merece nuestra atención crítica y lectora.

Para Sales el papel del escritor es el de un superviviente, cargado de deudas con quienes no han sobrevivido




En 1950, el poeta católico francés Jean Cayrol publicó un breve ensayo hoy prácticamente desconocido. Se titulaba Lazare parmi nous. Cayrol, que también fue autor del guión de Noche y niebla, el estremecedor documental de Alain Resnais sobre los campos de concentración, evocaba en este libro la figura de Lázaro para identificar a los supervivientes de las guerras y del holocausto. En aquellos años, Lázaro interesó a los existencialistas, a los nihilistas y a los personalistas cristianos, así como a algunos grandes escritores como Camus, Malraux, Blanchot o, por ejemplo, José Ángel Valente, quien escribió sus Poemas a Lázaro entre 1955 y 1960. Lázaro, a quien Jesucristo resucitó (según el Evangelio de San Juan), sirve a Cayrol para denominar al hombre retornado de Auschwitz, pero también para encarnar a una nueva novela, llamada lazarena, que destaca por su rechazo del pathos, por su pudor al dar forma al testimonio. En este tipo de novela, la inquietud espiritual de la figura simbólica de la metamorfosis en que se convierte Lázaro se personaliza en el hombre que, después de haber pasado por la muerte, vuelve al mundo de los vivos con una lucidez desgarradora que le aleja de la somnolencia de sus semejantes.

La figura grave del novelista Joan Sales puede ser interpretada a la luz de esta experiencia generacional. Sales es el autor de una gran novela, bella y severa, Incerta glòria, que se erige como un monumento solitario de la literatura catalana de posguerra. Hombre de personalidad poderosa, tenaz y apasionado, Sales fue un escritor independiente que simboliza como nadie la figura del escritor militante que pone la literatura al servicio de sus causas: Catalunya, la libertad, la democracia, la civilidad. Sales sintió siempre la necesidad de explicarlo todo, de explicarse y de justificarse, ya sea en sus obras o bien en cartas o prólogos, como queriendo preservar del olvido o de la confusión todo lo que fue su larga y peculiar experiencia vital. Nacido en Barcelona en 1912 y muerto en 1983, de muy joven fue corrector y redactor en el periódico La Nau y asistía habitualmente a sesiones de espiritismo en la casa de Lluís Companys. Conoció a la que sería su mujer, Núria Folch, en una célula del Partit Comunista Català en 1929 y, muy pronto, tuvieron una hija, la historiadora Núria Sales, a la que llamaron también Rosa, en honor a Rosa Luxemburgo, y Joana, en recuerdo de Juana de Westfalia, la mujer de Karl Marx. Pero el sarampión comunista duró poco gracias al testimonio de su amigo Andreu Nin, que tuvo que huir del paraíso proletario. En 1937, Sales escribía a Màrius Torres: "Yo no soy comunista. Entre otras razones, porque ya lo he sido." Admirador de la eficacia de las imágenes de Dalí, se propuso estudiar las ciencias que, según él, eran "indispensables para ir por el mundo", es decir, alquimia, mística, astrología, heráldica y cabalística. Seguidor de Pompeu Fabra, se profesionalizó como maestro de catalán. Después de tres años de guerra, en los que formó parte de la columna Durruti, los frentes de Madrid y Aragón y las columnas Macià-Companys, terminó como capitán de una ex columna comunista. Sales traspasó la frontera a pie y fue internado en el campo de Prats de Molló. Se reencontró en Seta con su mujer y su hija, que habían dormido en Cerbère en el mismo vagón que Machado y Riba. En París, conoció a Teilhard de Chardin y al crítico literario ruso Nicolai Berdajev. Finalmente, se exilió en la República Dominicana y en México, donde impulsó los combativos Quaderns de l'exili, aunque siempre permaneció alejado de los círculos organizados del exilio catalán.

Peregrino entre las sombras, a la búsqueda de una gloria eterna, Sales da la impresión de no haber dado nunca por terminada la guerra, de no haber vuelto nunca de su exilio, de haber pasado definitivamente al otro lado y haber conservado un particular sentimiento de extrañeza. Esto le dio la fuerza del que se habitúa a las situaciones más inverosímiles, la del que ya no se extraña de nada, pero que pese a todo persiste en nadar en el centro del torbellino. La guerra de España es la experiencia capital de su vida: "lo que más me ha interesado, lo que más me ha apasionado". Para Sales, como para tantos escritores de su generación, la guerra es una verdadera revelación, una desolada iniciación a la vida. Por esto, Sales concibe la literatura como testimonio y sólo comprende su papel de escritor como el compromiso de un superviviente, cargado de deudas con los que no han sobrevivido y con la angustia del sacrificio inútil de los muertos en la guerra: "Yo creo que el escritor debe constituirse en testimonio de la verdad. "En un primer momento, la situación del escritor se proyecta en el dolor del protagonista de su único libro de poemas, Viatge d'un moribund (1952). Es el dolor del sonámbulo que camina al borde del abismo, el del moribundo desangrado, el del errante lanzado a alta mar. El personaje de este libro denso y patético, como lo calificó Joan Triadú, recorre una doble peripecia. Por un lado, un viaje real, en sus sucesivas etapas de la guerra y el exilio. Por otro, un viaje moral en el que el moribundo sediento deambula, fantasmal, en un complejo escenario simbólico y onírico de angustia metafísica. La poesía de Joan Sales es de corte clásico, austera y antifrívola, elegíaca y sensual: "No soy freudiano, pero me parece que la poesía está muy relacionada con la sexualidad." En su búsqueda de sentido, los poemas de Sales coinciden también con algunos de Josep Palau i Fabre, de Bartomeu Rosselló-Pòrcel o de su admirado Màrius Torres. Aunque la presencia más significativa es la de Baudelaire, de quien consideraba Las flores del mal como el "quinto evangelio". La experiencia y las lecciones de la guerra volvieron a Sales al cristianismo y propiciaron la cristalización de un escritor. Sales es un católico converso, o retornat, como le gustaba decir. Se casó con su mujer por la iglesia en 1943, en México. En 1948, al volver del exilio, empezó a poner por escrito sus experiencias bélicas y entró en el mundo editorial. Aportaba a la literatura catalana su grano de arena a la gran catedral soñada, pero empezando desde los cimientos y rechazando a aquellos que sólo se preocupaban de construir la cúpula. Sus posiciones lingüísticas, que podemos leer en su correspondencia con Joan Coromines, le llevaron a discrepar con los miembros más puristas del Institut d'Estudis Catalans, que Sales fustigó con esta cuarteta: "Tots aquests éssers tan purs,/ amb tots els seus àdhucs i homs/ i tan carregats de llurs,/ m'estan tocant els quelcoms."

Ambiciosa y polémica, Incerta glòria (1956) pretende mostrar la guerra en toda su complejidad moral, evitar visiones maniqueas o dogmáticas, y hacerlo desde una incómoda visión nacionalista catalana y, por lo tanto, republicana. Pero, a la vez, católica, lo que le permitía denunciar con igual virulencia tanto a fascistas como a anarquistas y sostener una fundamentada crítica a todas las ideologías, en pro de la reconciliación colectiva. La novela, escrita con un estilo vigoroso, se llena de "fantasmes metafísics", como dirá Joan Fuster, y propone una visión global de la aventura humana. Debe su título a un verso de Shakespeare extraído de Los dos caballeros de Verona, "the uncertain glory of an April day", elegido en recuerdo de un intenso día de primavera, el 14 de abril de 1931, símbolo de todas la ilusiones de una generación. Con la sobriedad de un Vercors y el cristianismo torturado de un Kazantzaki, Incerta glòria no es sólamente un testimonio excepcional dotado de un enorme potencial simbólico. La novela explica la historia de cuatro personajes en sendos relatos casi autónomos: el de un burgués anarquista, de personalidad compleja, idealista y egoísta, del que podemos leer el dietario desde el frente de Aragón. Las cartas que su mujer envía al excéntrico Juli Soleràs desde la retaguardia. Y, finalmente, el doble relato autobiográfico de un soldado de las filas republicanas convertido, veinte años después, en cura heterodoxo de la diócesis de Barcelona. Sales utiliza formas narrativas tradicionales y narradores diferentes para evitar la monotonía que daría un solo punto de vista. Su lirismo rompe el desarrollo objetivo del relato y la perspectiva metafísica alimenta el tema del mal y de sus motivos (desesperanza, odio, violencia, suicidio) y el tema de la salvación (gracia, amor, combates interiores y exteriores). Sales es un autor comprometido con su obra y el valor de su compromiso debe mesurarse a la vista del riesgo asumido. Por esto, rechaza la novela ejemplar o de tesis, porque sabía perfectamente que la calidad estética de una novela deja de ser percibida como tal cuando es leída como un sermón. La situación de la obra de Joan Sales en el cánon de la literatura catalana nos debería hacer reflexionar. A pesar de haber ganado tres premios (el Joanot Martorell en 1955, el Ramon Llull en 1969 y el Ciutat de Barcelona en 1970), la recepción crítica de Incerta glòria se ha caracterizado por la indiferencia o la indignación muda de unos y el resentimiento o la pura hostilidad de otros. Y es que su individualismo polémico, su disidencia estilística, su heterodoxia ideológica, confieren a Sales un espacio muy singular e incómodo. En 1969, declaraba: "Soy un escritor indefinible. No por modestia, más bien al revés… Siempre he tenido un cierto orgullo en ir por las mías… Ser francotirador… que tira más o menos bien, pero que tira solo." Lo mejor que podemos desear a este Lázaro que no calla, atraído por el mal y lo enigmático, obsesionado por María Magdalena, es que, como siempre, le sigan acompañando los lectores.



La Vanguardia, 9 de març 2005